Tucumán es una de las pocas provincias del norte argentino que todavía no se sumó a la ola juradista. No importa, es solo cuestión de tiempo para que se pliegue. Mientras tanto, hay gente, como el equipo de Litigación Oral Penal de la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (UNSTA), sede Concepción, que va practicando.
Durante los días 22 y 23 de agosto pasado llevaron a cabo un taller en donde no solo litigaron la audiencia de voir dire, sino el juicio por jurado propiamente dicho.
La Asociación Argentina de Juicio por Jurado estuvo presente a través del vocal y delegado regional Agustín Eugenio Acuña. La coordinación de todo el taller estuvo a cargo de Fernanda Lastra, quien amablemente nos comparte la crónica que sigue a continuación.
CRÓNICA DE TALLER DE JUICIO POR JURADO
En el equipo de Litigación Oral Penal de la UNSTA (Concepción-Tucumán) no solo litigamos: también nos preguntamos qué pasaría si los juicios en Tucumán fueran como en las pelis.
Nuestros antecesores seguramente se preguntaron, recién salidos de la universidad, si algún día serían testigos de juicios donde no todo se redujera a lo escrito y se pudiera ver el rostro del juez. Buenas noticias a ellos desde hace ya unos cuantos años porque ya superamos esa pregunta. Ahora bien, ellos podrán estar a gusto viendo la cara del juez en todo momento, pero nosotros apuntamos más alto y nos preguntamos:
¿Qué tan lejana está nuestra realidad de parecerse a los juicios de las películas de Hollywood?
Esta pregunta puede ser un poco chiché porque estas películas no reflejan la realidad de los juicios en Estados Unidos, donde no hay giros de guión dramáticos en el último momento, ni tramas épicas, pero si comparten algo en común: quienes juzgan son personas comunes que integran un JURADO.
Ahora olvidémonos de Hollywood y pongamos los pies sobre la tierra:
¿Es posible implementar el juicio por jurado en Tucumán?, y si fuese posible, ¿Qué tan lejos estamos?
Para respondernos esto preferimos no entrar en debates doctrinarios ni argumentos puramente teóricos, sino que nuestro objetivo como taller fue hacer una demostración práctica.
Es una obviedad que no podríamos hacerlo solos, es por esto que tuvimos como formadores y directores al Dr. Agustín Acuña, Defensor Oficial y Vocal de la Asociación Argentina de Juicio por Jurados (A.A.J.J.) y al Dr. Edgardo Sánchez, Juez de Impugnación Penal y director del taller de Litigación Oral Penal UNSTA.
La idea estaba planteada, pero había mucho trabajo por hacer. Todo arrancó en el mes de agosto. En la primera semana los formadores nos mandaron el material de lectura previo y obligatorio para los miembros del taller para llegar afilados con la teoría a la hora de ejecutar lo práctico.
¿En qué consistía “lo práctico”? En realizar un simulacro de juicio por jurados. Para esto necesitábamos tres cosas infaltables:
- Un caso;
- litigantes;
- y un jurado (obvio).
Junto con el material obligatorio los formadores eligieron un caso sobre un incendio en una penitenciaría donde murieron dos reclusas. Esta elección fue inspirada por un incendio real que ocurrió en la brigada femenina de nuestra ciudad Concepción, en el año 2021.
Los litigantes, fiscalía y defensa, fueron representados por nuestros compañeros miembros del Taller. Fiscalía acusó al director del penal “Carlos Fizler” por el delito de estrago culposo seguido de muerte.
Realizamos dos jornadas: La primera se llevó a cabo el viernes 22 de agosto sobre la audiencia de selección de jurado (Voir Dire) y la segunda, el sábado 23 de agosto en la que se hizo el simulacro de juicio por jurado.
Vamos por partes:
JORNADA DE SELECCIÓN DE JURADO: viernes 22 de agosto
La jornada arrancó con una consigna clara: simular una audiencia de voir dire. Nada más y nada menos que el momento donde se elige al jurado.
Un día antes, se envió un formulario de Google para que los postulantes completaran sus respuestas. Preguntas pensadas para detectar sesgos, prejuicios, o simplemente conocer un poco más a quienes iban a ocupar esos doce lugares clave. Las respuestas fueron enviadas a las partes litigantes, que ya venían afilando estrategias.
Los postulantes eran estudiantes de nivel secundario de Concepción y Aguilares, junto con algunos valientes de primer año de abogacía. Gente joven, con ganas, que se animó a meterse en esta experiencia sin saber del todo qué esperar. Y eso, ya de por sí, era valioso.
La jornada la dividimos en dos partes. Primero, una exclusiva para nosotros, los del taller. El Dr. Acuña y el Dr. Sánchez nos regalaron una clase magistral sobre juicio por jurado. No fue una clase más. Fue ese tipo de charla que te ordena la cabeza, te conecta con lo leído y te prepara para lo que viene. Porque una cosa es leer sobre voir dire y otra muy distinta es estar ahí, viendo cómo se elige a quienes van a decidir un veredicto.
Alrededor de las 18 horas empezaron a llegar los postulantes. Cada uno con su número de identificación, asignado según el formulario. Se fueron ubicando en sus lugares, algunos con cara de “¿qué hago acá?”, otros con mirada firme, como si ya supieran que iban a ser seleccionados.
Una vez que todos estuvieron sentados, comenzó la audiencia. Los litigantes tomaron el control y empezaron a llamar por número. A algunos les hicieron preguntas específicas, buscando detectar posibles parcialidades. A otros los recusaron sin causa. Hubo preguntas generales, silencios incómodos, respuestas inesperadas.
Finalmente, se conformó el jurado: 12 titulares y 4 suplentes. Con eso se cerró la jornada y se abrió la puerta a lo que venía: el juicio por jurado del día sábado, con todo lo que eso implica. Con litigantes listos, con un jurado seleccionado y con el Dr. Cristian Velázquez como juez que dirige el debate.
JORNADA DE JUICIO POR JURADO: sábado 23 de agosto
Eran las 9.30 hs. y el aula estaba llena, literalmente no cabía un alfiler. El simulacro de juicio por jurado que veníamos preparando desde hacía semanas finalmente iba a suceder. Y no era cualquier simulacro, era el primero que se hacía como equipo de Litigación, después de tres años de ver en concursos universitarios, pero sin haberlo vivido en carne propia.
Los miembros del jurado fueron entrando, con esa mezcla de curiosidad y responsabilidad que da saber que vas a decidir sobre la culpabilidad o no de una persona. Pero todavía faltaba alguien más, la Fiscalía. Y como suele pasar en la vida real fue el último en llegar.
El juez fue el Dr. Cristian Velázquez. Serio, claro y preciso en sus instrucciones al jurado. Dio inicio a la jornada y desde ese momento todo empezó a fluir. Los litigantes hicieron lo que tenían que hacer: litigar. El caso, como ya sabíamos, giraba en torno a un incendio en una penitenciaría con dos víctimas fatales.
La tensión se mantuvo durante todo el juicio. No hubo gritos ni dramatismos hollywoodenses, pero sí hubo momentos más distendidos donde alguna que otra risa se escapaba del público por algún comentario inesperado de Fiscalía o alguna ocurrencia de la Defensa.
Una vez finalizado el litigio, el jurado fue remitido a otra aula para deliberar.
Estuvieron ahí aproximadamente unos veinte minutos donde todos los que quedamos en el aula principal nos mirábamos y esperábamos (mientras que el resto salió del aula a tirar sus apuestas sobre el veredicto del jurado).
Cuando volvieron el silencio fue total. Se sentaron, y uno de ellos se puso de pie para leer el veredicto:
Sonido de tambores…
“No culpable”.
Así, sin vueltas. Y con esa frase y unas últimas palabras de nuestros formadores se dio por finalizada la jornada.
Para nosotros fue una experiencia realmente formadora. Nos dejó con ganas de más, con la certeza de que queremos volver a hacerlo y con la convicción de que este tipo de simulacros si bien requieren un compromiso más elevado, vale totalmente la pena.
No sabemos si estamos cerca o lejos de que el juicio por jurado sea una realidad en Tucumán. Pero sí sabemos que, al menos por un día, lo vivimos en carne propia. Nos llevamos esta experiencia dentro de nuestra universidad, en un taller hecho a pulmón, con compromiso, ganas y mucha entrega. Y eso, sin dudas, ya es un paso enorme.