Un fiscal (Harrison Ford) es llevado a juicio por el asesinato de una bella fiscal, compañera de equipo, con quien mantenía un apasionado romance a espaldas de su esposa. El crimen sucedió en la casa de la mujer asesinada y la prueba clave es un vaso de whisky donde estaban las huellas dactilares del acusado. Increíblemente, la fiscalía pierde el vaso en la sala de efectos. Al final del juicio, la defensa presenta una moción de veredicto direccionado de absolución por falta total de pruebas. El juez hace lugar, pero esta vez absolviendo él directamente y sin someter el caso ante el jurado.